¿Cuál es el gran problema hoy en Panamá?
La respuesta es una: la confianza.
Que existen problemas estructurales. Existen.
Que hay problemas en el modelo económico. También existen.
¿Qué si son solucionables? Claro que lo son. El tema es que no confiamos en nosotros.
Y cuando eso pasa estamos en el peor de los problemas. La desconfianza es tal que no avanzamos.
Dudamos de las cifras. Cuestionamos el trabajo de la autoridad. Las personas ponen en entredicho a los empresarios y los ven como los responsables de la mitad de sus problemas. Y seguimos embotellados en el problema, sin ver cómo generamos una solución.
Problemas van a existir siempre. El precio de la gasolina está asociado al precio internacional. Si sube, sube. Si baja. Bueno en teoría debería bajar.
En Panamá no sufrimos por la variabilidad del dólar. Ni frecuentemente por las inclemencias del tiempo. Tenemos un Canal de Panamá que nos asegura un ingreso seguro.
La crisis que estamos viviendo debería ser el momento adecuado para repensar nuestro futuro como sociedad y país. Para poder darle seguridad -en el amplio sentido de la palabra- a las personas que habitan en esta tierra.
Que si alguien cae enfermo tenga la certeza de acceder a servicios médicos de calidad. Que nuestros estudiantes tengan escuelas con una buena infraestructura para estudiar, practicar deportes y poder desarrollar sus habilidades.
Que las personas tengan un ecosistema de negocios que les permita desarrollar emprendimientos que a corto, mediano y largo plazo, se transformen en prósperos empresarios y le den trabajo a miles de panameños.
Porque más allá del dinero, lo que necesitamos es certeza. Y la única forma de tenerla es crear un camino que, a pesar de las dificultades que se puedan presentar en el camino, nos recuerde siempre el objetivo: hacer de Panamá un mejor país.
