Me gustaría comenzar este escrito que es el primero de una serie sobre los mayores aprendizajes que me ha dejado este ‘año’ de pandemia.
Mucha agua ha corrido bajo el puente y creo que es el momento de hablar de ellos.
Creo que lo mejor de todo este tiempo es el cuestionamiento que muchos hemos hecho a creencias que hoy nos damos cuenta que eran un ancla en nuestras vidas. Tanto a nivel personal como profesional.
Y quiero partir con uno de ellos: el individualismo.
Si hay algo que aprendimos en este tiempo es que ir solo por la vida no es positivo. Para nada y para nadie. De alguna forma TODOS necesitamos de alguien para poder evolucionar.
Cuando miras a los más grandes innovadores de la historia te das cuenta que ninguno trabajaba solo.
Todos de alguna u otra forma, compartían su conocimiento (a veces incluso de forma fortuita) y generaba logros que impactaban positivamente a la comunidad inmediata y luego a la sociedad en general.
Pero nos acostumbramos al individualismo. A no contarles nuestros proyectos a nadie pensando en que nos iban a robar la idea. O a que la iban a ejecutar sin reconocernos a nosotros el crédito del resultado. A querer trabajar solos buscando la ‘fórmula secreta de la Coca Cola’.
¿Y qué pasó? Nos estancamos.
Y fue sólo en una pandemia cuando nos dimos cuenta de la necesidad que tenemos de contar con otros. Que compartiendo información podíamos ser mejores personas y enorgullecernos por los resultados colectivos.
Vimos cómo una serie de industrias se unieron para colaborar. Los chefs, los organizadores de eventos, los ‘influencers’ poniendo a disposición sus audiencias para promover nuevos negocios de personas que comenzaban a emprender. Adiós a los egos.
En la colaboración está la creación de valor.
Porque con lo que sabes estás ayudando al otro a solucionar un problema y, a la vez, te estás gestionando una oportunidad. Y con ello crecemos todos. Personal y comercialmente. La solución de uno es destrucción del otro lado. Es en la creatividad de las soluciones donde vamos a desarrollarnos. No luchando por el mismo pastel. Sino creando otros.
Y para cualquier persona de negocios, emprendedor, dueño de una PYME o de un gran negocio, es la oportunidad perfecta para expandir sus líneas de negocios a partir de su propio conocimiento, poniendo a disposición un talento que se junta con otro talento para desarrollar una colaboración que se transforma en una alianza estratégica en la que ambos se benefician.
‘Al éxito no se llega sólo’ dicen por ahí.
Es una mezcla de factores que parte de aprender de los fracasos, levantarte, colaborar, desarrollar oportunidades, gestionarlas y tener la visión para discernir sobre lo bueno y lo malo, sobre lo correcto y lo incorrecto.
Hoy más que nunca, tenemos la posibilidad de crear.
Asociarnos con personas para poner a disposición lo que sabemos para buscar nuevas soluciones a la vida de otras personas.
Esta es una invitación a tomar la colaboración como un camino genuino. Uno que además de generar nuevas oportunidades, seguro que te va a regocijar y traer más cosas buenas.