Dovi Eisenman

GRACIAS 2020 POR TODO LO QUE NOS ENSEÑASTE

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A esta altura del 2019 todos nos estábamos preparando para disfrutar el año nuevo. Con la familia. Con los amigos. Seguro en una gran reunión para descorchar unas botellas de champaña y comernos las 12 uvas o cualquier tradición para comenzar el año nuevo con la expectativa  de que sería mejor que el anterior. 

En 2020 perdimos muchos seres queridos, amigos conocidos, compañeros o conocidos.  Entendimos la fragilidad de la vida. Pero por otro lado nos dimos  cuenta que de cada una de las personas que se van, quedan los momentos vividos y las cosas bonitas.  

Por eso es importante disfrutar la vida con ellos, porque nunca sabes cuando se acaban y eso es lo que uno es lo que se lleva para toda la vida.

Antes creíamos en que el tiempo era infinito. Vivíamos ignorando las prioridades. Que perderse un juego de fútbol de los niños no importaba porque venían muchos más. Que no almorzar una vez con los viejos daba lo mismo. 

Hoy nuestra perspectiva de la vida cambió radicalmente. Y nuestra prioridades también. ¿Cuántos pensamos en que el 2020 nos traería todo lo que nos hizo vivir? Nadie. Ni en sus más oscuros pensamientos. 

Pero a pesar de la incertidumbre y de las trágicas consecuencias del coronavirus para miles de familias en Panamá y en el mundo, este año nos enseñó mucho. 

Nos enseñó a valorar la vida.

Nos enseñó a valorar el tiempo.

Nos enseñó a valorar la familia.

Nos enseñó a valorar la amistad. 

Nos enseñó a valorar el trabajo. 

Nos enseñó a valorar lo que somos y lo que hemos construido. 

Nos enseñó a valorar lo humano. 

Nos enseñó a que el ser humano puede adaptarse si quiere. Y probablemente lo más importante: nos enseñó a ser solidarios. No de la boca para afuera. Sino con hechos concretos. 

Porque si remamos todos para el mismo lado logramos cambios. Si todos logramos estar conscientes del objetivo y la dirección hacia donde queremos llevar el barco todo se hace mejor. Como decían Los 3 Mosqueteros “todos para uno y uno para todos” 

Desde lo familiar -donde me cuido para cuidar a mi entorno- hasta el trabajo. Y aquí me quiero detener un segundo. Primero para agradecer a cada una de las personas que trabajan conmigo. Fue por su compromiso que logramos sacar adelante el año más complejo al que nos hemos enfrentado. 

Porque pese a la incertidumbre, los constantes cambios en las reglas del juego y al desconocimiento de lo que nos traía este flagelo, nos comprometimos todos a dar lo mejor de nosotros para seguir adelante. 

Este año me demostró lo importante que es el compromiso de las personas que trabajan contigo. Cuando se es honesto y sincero en las intenciones. Sin esconder nada la gente se une y se suma a lograr un objetivo. 

No fueron decisiones fáciles, pero fueron consensuadas. Nunca tomé una sin escucharlos, sin hacerlos partícipes, y tomando en cuenta toda la información que teníamos al respecto para hacerlo. 

Porque en tiempos de incertidumbre, lo más importante es tomar decisiones en base a la información disponible.  Eso genera confianza en lo que viene. La esencia de esta confianza nace de una creencia: no pensar en el beneficio propio, sino en le beneficio colectivo

Este año seguro no lo vamos a olvidar nunca por una simple razón; a pesar de todas las circunstancias estuvimos más juntos que nunca.

Al final el 2020 fue un año que nos dio duro, que nos cambió la vida a todos. Pero sobretodo fue un año de aprendizaje. Un año para centrarnos y volver a apreciar los pequeños detalles que por años dejamos pasar. Un año que nos volvió mejores seres humanos. 

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