Mucho ustedes se acordarán esos tiempos donde les tocó hacer de todo.
A mi, por crianza, me tocó comenzar desde abajo.
En la bodega. Siendo uno más. Sin distinción de jerarquía y menos de apellido.
Así fui entendiendo cada una de las áreas del negocio familiar (que por supuesto ha evolucionado mucho desde esos tiempos). Desde pequeño aprendí los secretos de la compañía en diversas posiciones dentro de la empresa hasta la que tengo hoy.
Este conocimiento -que no se enseña en la universidad- te da una perspectiva real del trabajo.
Porque, ¿cómo puedes calcular el tiempo que demora un camión de un punto a al b si nunca te has subido a uno?. Ni entiendes sobre los imprevistos que pueden suceder en ese trayecto. Estos detalles tienen un impacto real en tu operación.
El gran desafío de cualquier empresario o emprendedor es entender muy bien su negocio. Delegar es importante.
Pero ¿qué vas a delegar?
Un contador no es responsable por la administración de tu negocio. Un publicista no es el responsable del marketing de tu compañía. Un asistente logístico no es el responsable de la operación de tu negocio.
Todos ellos obedecen una directriz. Una que viene de ti. Por eso es importante entender cada uno de los componentes de tu negocio.
Las grandes pérdidas siempre vendrán de aquellas áreas que no entiendes. O de aquello que no supiste delegar bien. Y así es cuando tu negocio va creciendo y tomas mejores decisiones.
Pero hablemos de un fenómeno regular en la vida del emprendedor: el ‘One Man Show’.
El Ceo/Founder de la compañía que en el momento de revisar dineros se transforma en el CFO y cuando toda ir al banco a depositar o ir a otra oficina las funge de mensajero.
Todos pasamos por eso. Y nos sirvió.Pero el emprendedor que quiere crecer está obligado a dejar ese rol y liderar con visión.
Seguro se preguntarán ¿cómo? La respuesta es más sencilla de lo que parece. Centrar muy bien las expectativas.Uno no puede pensar en ser millonario sin vivir el proceso.
Hay que vivir el éxito y el fracaso. Así que toca pensar bien ‘realisticamente’ en la realidad, pero sin dejar de pensar en grande.
Tu norte es el que va a definir tus expectativas.
Por ejemplo. Decidiste abrir un negocio de empanadas. ¿Tu sueño es estar eternamente amasando y produciendo docenas para vender a tus vecinos y posiblemente a una proporción importante de tu barrio?
O es transformar este negocio para que pueda convertirse en el tiempo en un consorcio que produce una serie de productos derivados de la masa de empanadas con una fuerte línea de congelados que se distribuye en todos los grandes supermercados del país primero y en el futuro próximo en una transnacional como Walmart.
Ambas expectativas son extraordinarias. En la primera seguro valoras tu esfuerzo y eres de las personas que prefieren de poco riesgo.
En el segundo seguro que quieres ambicionar más. Sabes que tienes la fórmula (casi como la de Coca Cola) y quieres que todo el mundo sepa de tu producto. Hay cosas que te propones y que van cambiando con el tiempo.
Pero si tienes un norte siempre las cosas serán más fáciles. Tienes que saber que hay un plan de adaptación a las circunstancias.Lo hemos aprendido bien con el coronavirus.
Nada está escrito, pero todo puede estar planificado.
La clave de la escalabilidad es dejar de pensar en chiquito y entender que esto es 24/7/365, pero también es desarrollar el sistema del negocio. Definir la estructura y lo que necesitas. No trates de ser el ‘One Man Show’ eternamente.
Al principio nos toca hacer de todo.
Pero con el tiempo y con el negocio creciendo no trates de solo generar ganancias por ahorrar dinero en recursos. Es el peor error. Tu crecimiento siempre debe ser armónico.
Lo ideal es crear un negocio estructurarlo sobre sistemas y no sobre personas.
De esta forma, el sistema maneja el negocio, y las personas manejan el sistema.Cuando los emprendimientos logran este punto ya es cuando, literal, el cielo es el límite.
Porque la energía transformadora no está en el trabajo que se realiza, sino en el sistema que permite que el trabajo continúe realizándose de la misma forma a través del tiempo. Y eso no lo logran las personas. Sólo lo puede lograr el sistema.
Como dice Michael Gerber en ‘El Mito del Emprendedor’ un libro que todo aquel que está en este mundo debería leer: “La empresa es el objetivo más creativo y emocionante al que podemos aspirar.
También es extraordinariamente divertido… si se hace bien.“