Estas semanas han sido bien interesantes. De Zoom en Zoom, el otro día, mientras hablaba con un grupo jóvenes sobre emprendimiento, uno de los asistentes me preguntó cómo podía retar a la zona de confort.
En el momento hablamos un poco sobre las circunstancias y cómo estás nos hacen replantearnos la vida y especialmente autoanalizarnos.
Pero me quede pensando un poco más sobre eso. ¿En qué momento de mi vida reté a mi zona de confort?
Y recordé uno bien crucial: cuando mi hermano Bruce se enferma y dice que se va de la empresa para poder hacer su tratamiento y ver la posibilidad de superar su cáncer.
Hasta ese día yo nada más veía la parte operativa de la empresa y no la administrativa ni financiera (cosa que no me gustaba y hasta hoy no es algo que me apasione hacer).
Hacerlo significó tener que enfrentarme a algo que no era mi día a día, Para mí revisar un estado de resultados, unos estados financieros, la facturación y otro pocotón de documentos e indicadores totalmente necesarios cuando diriges una compañía (y tomas decisiones) no era lo mío.
De la noche a la mañana tenía que comenzar la transición de ser un tipo ‘DOER’ a un gerente corporativo.
Pero ahí estaba. Tenía que ponerme al frente del negocio familiar así que puse la cabeza en frío y comencé mi proceso. Y admito algo, si yo hubiera sabido el camino que iba a recorrer con lo que pasó a mi hermano y dejó la empresa, no hubiera hecho nada diferente de lo que hice.
Siento que al final, las cosas que aprendí equivocándome, también me sirvieron para tomar mejores decisiones ahora.
Voy a resumir el proceso en una preguntas que seguramente te va a ayudar mucho a retar a tu zona de confort.
La pregunta del millón es la siguiente: ¿en que soy bueno y en que no soy tan bueno?
La respuesta es: Enfócate en aquello que no eres tan bueno. Ahí creces. Ahí retas a tu zona de confort. Ahí asumes un desafío y te esfuerzas por dar lo mejor de ti para lograrlo.
Con lo que le sucedió a Bruce me di cuenta en qué áreas tenía una debilidad que tenía hacer para fortalecerlas. Y me concentré día y noche en ponerme al día para alcanzar un nivel de conocimiento acorde al cargo que me habían entregado (y la consecuente responsabilidad del mismo), sobre todo pensando en el estilo gerencial de mi hermano, una persona que estaba tan involucrado en todo.
¿Ese es mi estilo? No. Yo prefiero delegar. Pero para poder hacerlo es necesario poder entender y saber cada uno de los conceptos y sus aplicaciones en el negocio para saber delegar exactamente una responsabilidad.
Por eso lo más importante en tu proceso es trabajar sobre tus debilidades y no sobre las fortalezas. Trabajar sobre las primeras implica estudiar, aprender, entender, retarse y sobre todo aceptarlas.
Enfrascarse con lo más difícil primero y después lo fácil. Eso ultimo lo vas a poder hacer con tranquilidad.
Las debilidades tienes que aprender a cómo enfrentarlas y no tenerles miedo.
Al final, cuando realmente entiendes de qué se trata todo tu proceso puedes verlo con más claridad. Hay cosas que te propones y que van cambiando con el tiempo. No es un problema. Pero aquí otro buen consejo: si tienes un norte siempre las cosas serán más fáciles.
El norte siempre será la vara que le pondrás a tu desafío. Lo que quieres. Y tu proceso se reduce a dominar lo que necesitas para lograrlo. Puede ser un negocio para aumentar tus ingresos o desarrollar una franquicia. La meta va a fijar tus aspiraciones. Y como son tuyas eso será lo importante.
Siempre será un buen momento para retar a la zona de confort. En tiempos de incertidumbre económica, la gente se vuelve creativa.
Como dijo Robert Kiyosaki:
“En tiempos de incertidumbre económica, la gente se vuelve creativa. Las personas salen de su zona de confort y toman la iniciativa para lograr salir adelante”.
Robert Kiyosaki
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